Hoy he visto la película
Si la cosa funciona. Hay una escena muy divertida, y a la vez algo trágica (así son las pelis de Woody Allen) en la que Melody se está enamorando de otro chico. El chico la besa, y ella dice "entropía, es como la pasta de dientes, nunca puede volver a entrar en el tubo una vez ha salido." Y es que algo así es enamorarse: la pasta sale del tubo, para no volver a entrar.
Técnicamente, la entropia es una medida del desorden del mundo. De acuerdo a la segunda ley de la termodinámica, la entropia del universo sólo puede aumentar o quedarse como está, pero nunca reducirse. Es decir, el universo se comporta de tal modo que todo tiende a estar más y más desordenado.
Me parece un concepto fascinante. En particular, me fascina que algo tan aparentemente banal como el desorden en constante crecimiento de mi casa sea extendible al comportamiento del universo. La entropía aumenta, siempre. De hecho, es la única ley del mundo que implica una dirección del tiempo: la flecha del tiempo señala hacia donde aumenta la entropía, y por lo tanto el tiempo no es reversible.
O sea que del desorden creciente de mi casa se deduce la dirección del tiempo, la muerte inevitable, y la segunda ley de la termodinámica, base del motor y todas estas cosas industriales que nos hacen tan modernos. Y también enamorarse parece estar relacionado con la entropía, como dice Melody.
Ciertamente, enamorarse introduce desorden en la vida de uno. Para empezar, nos enamoramos y ya no queremos estar solos. Necesitamos estar con ella. Todo el rato. Incluso preferimos dormir abrazados en posiciones rarísimas con el brazo doblado acrobáticamente. Desorden máximo.
El momento que lo inicia todo es el primer beso. Ese instante único por definición, mágico, seguramente lo mejor que puede pasarle a uno en la vida. Es un momento genuinamente irreversible, la pasta que ya nunca más entrará en el tubo, puro aumento de entropía. Las dos personas que se besan cambian para siempre, de manera irreversible, porque ya nunca en la vida volverán a verse del mismo modo la una a la otra.
Últimamente, yo intento mantener ordenada la casa. Sin embargo, el medidor de entropía me indica que ésta sigue aumentando, incluso más deprisa que cuando se acumulaban papeles, pantalones y camisas tirados por el suelo. Y debo confesarles que el aumento de entropía es una sensación muy agradable, a pesar de que marque una dirección del tiempo, a pesar de que me produzca dolores en el brazo.