viernes, 2 de abril de 2010

De Benidorm a Agua Amarga

Finalmente, hemos llegado a Agua Amarga. José nos ha alquilado su apartamento, y hemos caminado hacia la playa, y se nos ha hecho de noche mientras me entretenía con la cámara y Cris subía por las rocas.

Ayer dormimos en Benidorm, ciudad abominable que uno acaba visitando de un modo u otro. Mejor ahora que dentro de cuarenta años, supongo.

Nunca en mi vida había visto tantos cochecitos eléctricos para viejos y minusválidos. Nos metimos en el paseo, siguiendo a la muchedumbre de jubilados y horteras de todas las edades, y daba vértigo. Era como unirse a un mundo paralelo, en el que dormir en un hotel barato con pensión completa es motivo de felicidad.

Por la noche, estuvimos fumando y escuchando música en la terraza. He creado una lista de reproducción en el Spotify para ir guardando la banda sonora del viaje. Empieza con Arabia, un sueño flamenco de José Ángel - quien por cierto, hablando de sueños, nos ha contado que el otro día soñó que estaba en la cama con una chica y con Iniesta. Imagino que un sueño así te deja algo perturbado. La lista cambia entonces a Brown eyed girl, y Heart of Gold, y Man on the moon, para detenerse durante tres minutos y veinticuatro segundos en Stuck in the middle with you, que descubrí gracias a una chica de ojos marrones. Y sigue.

Cris ha bajado de las rocas, y hemos caminado hacia el bar de la plaza del pueblo de Agua Amarga. Había como quince o veinte niños jugando con pelotas y bicicletas y  motos y excavadoras y tractores de juguete. Aproximadamente cada minuto sucedía un accidente. Choque de bicicletas, atropello, caída. Cris ha tenido la habilidad de detectar a todos los hermanos, y deducir las respectivas madres.

Nos hemos quedado prendados de otra Cris, una niña de apenas dos años que ha decidido jugar a sostener a la vez tres pelotas de goma de colores. Ser niño es tan sencillo como querer sostener tres pelotas a la vez. Y cuando se te caen de tus minúsculas manos, ríes y lo vuelvas a intentar. A veces también lloras, pero pasa pronto.

En casa, he cocinado una especie de pasta a la putanesca, con ajos, anchoas, tomate y pimiento verde, y luego nos hemos quedado frente a la tele viendo El fugitivo. La peli ha empalmado con Evasión y Victoria, y me he servido una Coca Cola, he cogido cuatro cigarrillos del Camel de Albert, y me he sentado a escribir en la mesa de madera vieja del comedor. La conexión a internet no es muy buena, así que no creo que vaya a poder publicar esto en el blog.

Siempre es agradable compartir unos días de vacaciones con amigos. Además, hace tiempo que no tengo unas vacaciones diferentes. Durante los últimos años, siempre he ido de vacaciones al mismo sitio, a hacer prácticamente lo mismo, con la misma persona.

Mañana exploraremos la zona. Alguna excursión (no muy larga, espero), y un baño en el mar que espero que pueda ser bien largo. Es Abril, y el agua estará fría, y costará entrar. Pero nos bañaremos, y cuando ponga la toalla sobre mi cuerpo para secarme, temblando de frío, pensaré en una cama, y una espalda muy blanca, y una manta cubriéndonos los pies.