viernes, 23 de septiembre de 2005

Alma de noche, noche de alma

El I Ching habló, y nos dejó a todos tocados, especialmente a vosotros dos, que entrastéis de nuevo en la espiral del deseo que no sabe encontrar un nombre. Estabáis hermosos, pero apagados, y os dije adiós y vi una piel de sufrimiento consentido.

Habló con joaquin en el messenger, y recuerdo la noche de Oaxaca, Mexico. En la ventana del messenger, estoy en Oaxaca, en la del blogger, estoy a tu lado.

Puedo admirar cosas tan simples como el hacer unos panes con tomate. Fué de las cosas lindas de la noche, verte frotar el pan con tomate, en unas rebanadas rectangulares de las que aún quedan en la cocina.

Luego vuelta aquí, tras la noche larga, y tras abrazarte unos segundos antes de decir adiós. Creo, quizás, que me he equivocado, y que debí tratar de entenderte. Ya no recuerdo a quién te conoció, hace apenas unos meses, ya no lo recuerdo. Sé lo que pensaba, pero no acierto a comprender, porque ya no soy yo aunque siga siendo yo.

He pensado, camino a casa y tras mear en el primer árbol que encontré tras verte marchar escaleras abajo, he pensado en como te quise entonces y como te quiero ahora. Muy diferente, todavía no definido, quizás pensado camino a casa y entonces, entonces una pareja haciendo el amor en un coche, o quizás eran una puta y un penúltimo cliente.

Te quiero como un abrazo que hubiera querido más largo para decirte lo que ahora digo, o para pensar lo que ahora digo mientras intento decirlo a través de un abrazo de letras. Me permitiste, seguramente sin saberlo, sacar a relucir algunos de mis miedos y miserias favoritos.

Te quiero diferente, pero te quiero, y me alegro de haberme dado cuenta. Ahora te entiendo, ahora te veo como eres y no como a la persona que quise. Y es evidente, me gustas menos :) y ya no me interesa amarte, y el sentimiento que ya no siento es reemplazado por una especie de rutina más o menos interesante.

Y los misterios que puedas esconder ya no me intrigan, y soy indiferente al brillo de tus ojos, y tras no tener nada auténtico que compartir contigo te abrazo un instante y pienso que podría abrazarte hasta el amanecer, sin hacer nada, sólo así, sintiendo alguna especie de complicidad que sigue uniéndome a tí. Y luego volver a casa, exactamente como ahora. Y pensar que es bonito que, a pesar de todo, sigo fiel a un abrazo tuyo. Para mí, es suficiente para sustentar una amistad que, sigo pensando, seguirá ahí por unos años más.

Aunque no lo parezca, yo me enfrentó a mis monstruos y los venzo. Pero no quiero renunciar a un abrazo tuyo, porque ya no es necesario. Ya no.

No hay comentarios:

Publicar un comentario