domingo, 22 de junio de 2008

Y escribir

Hoy he comprado mi billete a París para el 10 de julio, con regreso el 14 de julio. Voy a ver a mi amigo José, el granadino.

El viernes, me fumaré un buen canuto, y caminaré por el museo Rodin, y luego me pasaré por Orsay y caminaré finalmente por el Sena, y nos encontraremos con José en las Tullerías, tomando un vaso de vino. El buen vino deberá acompañarnos también en la cena, en una buena brasserie.

Todos dicen que París es la ciudad de los enamorados, pero lo cierto es que es la ciudad ideal para pasarla con amigos. Amigos para pasear de noche por el Sena entre anécdotas y risas, amigos para sentarse frente a Nôtre Damme con queso, vino, hierba y una guitarra. Desde el otro lado del río, la Ile de la Cité al frente, y la Ile de Sant Louis, con su magnífica heladería, a la derecha.

Un grupo de chicos se acerca a nosotros. Están gritándoles a unas chicas que pasean por el otro lado del río, y que les gritan también a ellos. Ligan desde orillas opuestas, y uno de los chicos se me acerca y me pide que le deje dar una calada al porrete. Se lo doy, y todavía me pide más, y le digo que se largue con las chicas y nos deje en paz.

Así sucedió en el otro viaje a París que he hecho desde que comenzó el 2008, definitivamente el año de París y Madrid si me atiendo a mis viajes. En aquella ocasión fueron Marco y Alyosha, el mejor Alyosha que recuerdo. Esta vez será José, y con él estas pantallas que escribo después de más de un mes sin atenderte, querido fruitman.

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