A veces uno recibe un correo electrónico titulado RUDAM, y se acojona.
¿Ustedes saben qué significa RUDAM?
Ahora yo sí lo sé, pero mientras no lo supe, viví intranquilo.
(y aunque parezca que ande algo fumado, este post es 100% fruto de un cerebro no colocado - porque lo he dejado, por unas semanas)
martes, 29 de julio de 2008
domingo, 27 de julio de 2008
Periodismo
"Estoy en el aula del instituto, y el profesor quiere que digamos adiós a la infancia. Me siento confusa. La felicidad es como el parpadeo de las estrellas que habitan el cielo nocturno de la infancia. Yo sólo quiero más y más estrellas. No quiero ver el alba".
El texto es de una niña (¿chica?) de 15 años llamada Bella, y aparece citado en un reportaje sobre su vida que ha escrito Leslie T. Chang y que publica National Geographic en el número de Agosto, dedicado en su totalidad a China.
He pasado buena parte del domingo leyendo los reportajes de la revista, en el sofá de casa de mi padre, y en el tren de vuelta a mi casa. He disfrutado mucho leyendo unos reportajes alejados de los grandes números, que nos acercan a la realidad del país a través de la experiencia directa de los reporteros que escriben y los fotógrafos que ilustran.
El primer reportaje lo escribe Peter Hessler, y es una mirada a China desde las redacciones que escribían sus alumnos cuando fue profesor de inglés en una pequeña ciudad China, así como desde los correos electrónicos y cartas que posteriormente le han ido escribiendo los más de 100 alumnos con los que sigue en contacto. Me ha parecido una idea excelente para articular un reportaje.
El segundo parte de la narración de un día en la vida de Bella, un formato clásico que recoge las impresiones y biografías de la niña y de sus padres para dibujar un retrato de la competitividad y absurdos ideales a los que se ha abocado este país. A veces parece como si China haya abrazado lo peor del capitalismo, el comunismo y el nacionalismo, y sin embargo, en muchos sentidos es un país fascinante y conmovedor.
El tercer reportaje lo estoy comenzando a leer, y nos acerca a un pueblecito perdido en las montañas que sigue viviendo como hace cien años. De estilo literario, deteniéndose en las palabras, el texto escrito por Amy Tan empieza así:
"Con el sol cerca del horizonte y un aire todavía cálido llegué a la alta puerta ceremonial por la que se accede al pueblo. Desde lo más alto del camino de tierra, se abría ante mis ojos un valle en plena cosecha: un mosaico de campos verdes con pinceladas de oro, interrupido por las negras siluetas ondulantes de los tejados. En las laderas se apilaban los arrozales como tortas esponjosas.
De repente, dos niñas de diez años vinieron corriendo a mi encuentro y me cogieron del brazo, entonando una bienvenida con ritmo entrecortado mientras me conducían por un sendero de piedra entre un laberinto de casa de madera de tres plantas. Ancianas con turbante nos contemplaban desde los porches. Tres hombres de aspecto marchito, con gorras al viejo estilo Mao, levantaron la vista de sus pipas. Un enjambre de niños nos seguía. Las niñas me llevaron hasta unos graneros construídos sobre unos pilotes, bajo los cuales había corrales con cerdos y estanques con patos. Debajo de algunos cobertizos vi lo que me parecieron tres o cuatro armarios decorados, apoyados de costado; en realidad eran naves para el otro mundo, ataúdes hechos a medida con la madera de los árboles plantados en el día del nacimiento de sus futuros propietarios.
Había llegado a Dimen, un pueblo perdido entre las exhuberantes montañas de Guizhou, el hogar de cinco clanes y 528 familias de la minoría dong."
Qué bueno poder leer tan buenos reportajes, poder contemplar las fotos que aumentan sus realidades escritas. Les recomiendo detenerse una tarde de domingo, y disfrutar de un buen rato de periodismo de papel.
El texto es de una niña (¿chica?) de 15 años llamada Bella, y aparece citado en un reportaje sobre su vida que ha escrito Leslie T. Chang y que publica National Geographic en el número de Agosto, dedicado en su totalidad a China.
He pasado buena parte del domingo leyendo los reportajes de la revista, en el sofá de casa de mi padre, y en el tren de vuelta a mi casa. He disfrutado mucho leyendo unos reportajes alejados de los grandes números, que nos acercan a la realidad del país a través de la experiencia directa de los reporteros que escriben y los fotógrafos que ilustran.
El primer reportaje lo escribe Peter Hessler, y es una mirada a China desde las redacciones que escribían sus alumnos cuando fue profesor de inglés en una pequeña ciudad China, así como desde los correos electrónicos y cartas que posteriormente le han ido escribiendo los más de 100 alumnos con los que sigue en contacto. Me ha parecido una idea excelente para articular un reportaje.
El segundo parte de la narración de un día en la vida de Bella, un formato clásico que recoge las impresiones y biografías de la niña y de sus padres para dibujar un retrato de la competitividad y absurdos ideales a los que se ha abocado este país. A veces parece como si China haya abrazado lo peor del capitalismo, el comunismo y el nacionalismo, y sin embargo, en muchos sentidos es un país fascinante y conmovedor.
El tercer reportaje lo estoy comenzando a leer, y nos acerca a un pueblecito perdido en las montañas que sigue viviendo como hace cien años. De estilo literario, deteniéndose en las palabras, el texto escrito por Amy Tan empieza así:
"Con el sol cerca del horizonte y un aire todavía cálido llegué a la alta puerta ceremonial por la que se accede al pueblo. Desde lo más alto del camino de tierra, se abría ante mis ojos un valle en plena cosecha: un mosaico de campos verdes con pinceladas de oro, interrupido por las negras siluetas ondulantes de los tejados. En las laderas se apilaban los arrozales como tortas esponjosas.
De repente, dos niñas de diez años vinieron corriendo a mi encuentro y me cogieron del brazo, entonando una bienvenida con ritmo entrecortado mientras me conducían por un sendero de piedra entre un laberinto de casa de madera de tres plantas. Ancianas con turbante nos contemplaban desde los porches. Tres hombres de aspecto marchito, con gorras al viejo estilo Mao, levantaron la vista de sus pipas. Un enjambre de niños nos seguía. Las niñas me llevaron hasta unos graneros construídos sobre unos pilotes, bajo los cuales había corrales con cerdos y estanques con patos. Debajo de algunos cobertizos vi lo que me parecieron tres o cuatro armarios decorados, apoyados de costado; en realidad eran naves para el otro mundo, ataúdes hechos a medida con la madera de los árboles plantados en el día del nacimiento de sus futuros propietarios.
Había llegado a Dimen, un pueblo perdido entre las exhuberantes montañas de Guizhou, el hogar de cinco clanes y 528 familias de la minoría dong."
Qué bueno poder leer tan buenos reportajes, poder contemplar las fotos que aumentan sus realidades escritas. Les recomiendo detenerse una tarde de domingo, y disfrutar de un buen rato de periodismo de papel.
lunes, 21 de julio de 2008
Orden
He añadido algunas categorías para el contenido de este blog, que ya empieza a ser considerable.
A la izquierda, encontraréis tres listas nuevas:
- Temas varios
- Lugares
- Personas
He recopilado así un listado personal de categorías para acceder a algunos de los escritos del blog.
Y me he entretenido un rato releyéndome y recordando, uno de los mayores placeres cuando se tiene un blog.
A la izquierda, encontraréis tres listas nuevas:
- Temas varios
- Lugares
- Personas
He recopilado así un listado personal de categorías para acceder a algunos de los escritos del blog.
Y me he entretenido un rato releyéndome y recordando, uno de los mayores placeres cuando se tiene un blog.
domingo, 20 de julio de 2008
Fruitman de vuelta al cine
Por algún motivo, estos últimos meses había perdido el hábito de ir al cine. El trabajo, los porros y un sofá magnífico son tres elementos que combinados pueden privarle a uno de sus más grandes placeres - y esto es más o menos lo que a me ha venido sucediendo en estos últimos meses.
Pero llegó Julio, y el sofá se hizo caluroso, y el trabajo se tomó un descansillo, y los porros se vinieron conmigo al cine, hartos ya de mi habitación.
He visto cuatro buenas pelis en Julio, entre ellas dos que ya figuran en el top ten cinematográfico de mi vida: Primera Plana (1974) y Doctor Zhivago (1965).
Primera Plana en Montjuic, por 4 eurillos, y Doctor Zhivago en la filmo, por 1.8 eurillos. Total, menos de 6 euros para casi 6 horas de pura felicidad, embobado frente a la pantalla, bajo las estrellas de Barcelona, o bajo el techo de la climatizada Filmoteca.
Hoy fue el turno de The Last Kiss (2006), también en la filmo como parte del ciclo que le están dedicando a Paul Haggis.
Es la típica peli que no te deja para nada maravillado, pero que tiene la gracia (o desgracia) de plantearte los típicos problemas de pareja, esos que cuando sales del cine te siguen rondando por la cabeza.
¿Podremos resistir un matrimonio para toda la vida? ¿Es la vida una sucesión de sucesos más o menos aburridos e inevitables? ¿Qué hacer si Rachel Bilson, la chiquilla de la foto, quiere follarte a toda costa?
(aviso a los lectores: a partir de aquí se desvelaran escenas de The Last Kiss y Doctor Zhivago que igual no quieren leer si no las han visto)
Fuí a ver la peli con dos parejas, y regresé a casa pensando en sus conversaciones. Si uno va a ver una peli de guerra pues habla de las guerras. Y si uno es tan capullo como para llevar a la novia a ver una peli sobre un tio que le pone los cuernos a su novia embarazada de tres meses para tirarse a otra más joven y guapa, pues lo mínimo que puede esperar es un poco de conversa sobre el tema.
Así que me he imaginado a mis aparejados amigos de vuelta a su pisito alquilado, hablando sobre la infidelidad y el futuro en general.
Lectora, si tu pareja te dice que nunca se plantearía ponerle los cuernos con Rachel Bilson, no le creas. Miente como un bellaco. En ese mismo momento ya está deseando meterle mano por todo el cuerpo. Emborracharse con ella junto al mar, en una noche de viernes, y hablar de jilipolleces y fumarse un porrillo y mirarla a los ojos y pensar que todavía es joven y cualquier cosa es posible.
Y al cabo de unos días regresar a casa contigo como si nada hubiera sucedido, por supuesto.
Los tíos siempre tienen los mismos miedos, y por lo tanto siempre tienen los mismos sueños: viajar indefinidamente y follar con angelillos a los que acaban de conocer. La familia, los hijos, el piso más grande, la boda, el coche, los proyectos comunes,... no les importan una mierda.
Lo dejarían todo en cualquier momento por irse a una playa de México o de Brasil o de Tailandia o de Menorca, y no hacer nada más en toda su puta vida que follar, comer y beber y dormir bien y mucho, y escribir de vez en cuando, tras ver una buena película.
Claro que hay hombres distintos. Hombres que saben aceptar su condición mortal, y que buscan en el matrimonio el remedio a su soledad o a su incapacidad de vivir sin una mamá que los cuide. Quizás estos no sucumbirían a la tentación de Rachel Bilson, pero es difícil que hagan felices a quienes les rodean. Y esto me lleva a esta frase que Komarovsky le suelta a Lara en Doctor Zhivago:
"There are two kinds of men and only two. And that young man is one kind. He is high-minded. He is pure. He's the kind of man the world pretends to look up to, and in fact despises. He is the kind of man who breeds unhappiness, particularly in women (...) There's another kind. Not high-minded. Not pure. But alive"
Y algo de razón lleva Komarovsky, porque ese "young man" con quien se termina casando Lara resultará ser un pedazo de cabrón. Su infidelidad es más sutil, pero devastadora.
Obviamente, también están los tios que nunca tendrán la ocasión de follar con Rachel Bilson, así que igual estos también mienten, pero poco importa, porque serán fieles. A la fuerza ahorcan.
A la hora de la verdad, la mayoría mienten. Como mienten también las mujeres, como nos mentimos todos y todas día a día.
Pero poco importa. Mientras haya gente muriéndose por no poder comer, somos todos igual de infieles, igual de cabrones.
sábado, 5 de julio de 2008
La corbata del ministro
Recién leo que el ministro de industria ha decidido ir sin corbata al Congreso como protesta para que se reduzca el uso del aire acondicionado.
La noticia comenta que subir un grado la temperatura del aire acondicionado reduce en un 7% la factura de la luz.
Me parece un dato espectacular.
La noticia comenta que subir un grado la temperatura del aire acondicionado reduce en un 7% la factura de la luz.
Me parece un dato espectacular.
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