Son las 19,30h cuando regreso a casa. Mi jornada ha terminado y dispongo de unas horas de libertad entrecomillada antes de irme a dormir. Hoy no hay ping-pong, ni porro, ni ganas de caminar hasta la piscina, y la guitarra no suena como yo querría. Tampoco me apetece el cine que me propone Landiman, y comenzar a preparar el artículo que debo escribir hace tantos meses se me atraganta de nuevo en la garganta de la desmotivación.
Quizás sea el calor, el cansancio acumulado. No creo. Estoy intranquilo ante tanta tranquilidad, estoy cabreado y plácido a un tiempo, aburrido por la felicidad de la monotonía perezosa. Hace semanas que laten ideas difusas en mi mente, proyectos que nunca comienzan, impulsos que no toman una forma concreta.
En esta tarde de sol, me apetece tan sólo hacerte el amor, y dormirme a tu lado.
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