Quizás lo más fascinante de los niños, cuando tienen 2 o 3 años, es su capacidad de sorprendernos. Hoy en casa de Anita, Paula de repente ha suspirado con un "aaaay" como si fuera ya una mujer adulta, y nos hemos reído.
Seguramente lo esté imitando por habérselo visto hacer a alguien, pero el caso es que de repente, con la tarde ya cayendo y en el silencio del comedor, se le ha ocurrido lanzar este suspiro, y nada podía ser más idóneo, pero viniendo de ella nos ha causado una sorpresa muy graciosa.
Y entonces nos damos cuenta que también nosotros, en su día, suspiramos por vez primera, y es una sensación que te conecta directamente con la vida, con la suerte de poderte asombrar en paz y tranquilidad absoluta porque Paula, de repente, suspira.
Lo que me pregunto a veces es "¿alguna vez dejamos de aprender reacciones nuevas?"
ResponderEliminarLinda tu historia.
pues no lo sé... yo me pregunto si la gente que conozco, dentro de muchos años, va a seguir sorprendiéndome como a veces todavía lo hace ahora...
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