Hay quién dice que el alma no existe. Ilusos. El alma es lo único que existe.
He buscado la belleza en muchos rincones. La música de Chopin, el cielo tras la lluvia, el color del vino, un poema de Neruda, el sabor de las primeras cerezas del año, la rosa que una vez encontraste en el amanecer junto a nuestra cama... Pero nunca he hallado más belleza que en el alma.
Tal vez, por eso, he buscado siempre la soledad. Porque sólo cuando estoy solo puedo pensar en tu alma, y ver a través de los ojos que de ti recuerdo, y tocar la seda de tu cuerpo. Sólo, escuchando los nocturnos de Chopin que ahora escucho, y que hacen que me sienta tan feliz.
Si tu estuvieras aquí conmigo, ya no podría verte. Dormirías, en la cama, y tus ojos cerrados secarían las lágrimas que acechan, miedosas, en mis pupilas. Me tumbaría junto a ti, despacio, con la máxima suavidad que mi torpe cuerpo me permite, y me quedaría fijo mirando la piel de tus párpados, misteriosamente lisa, como una muñeca. Mirando las pestañas que acarician tus ojeras blancas, estiradas sobre ti como yo me estiraba junto a ti.
Si tu estuvieras aquí conmigo, no sería Chopin, sería tu respiración buscando el camino por entre las comisuras de tus labios de niña. Sería el silencio de la noche, serían los muelles de la cama y las sábanas. Ya no sería cigarrillo tras cigarrillo infectando el aire que respiraré más tarde, ya no serían hielos en un vaso helando mi estómago con el líquido dorado del whisky. Sería mi mano sobre tus piernas.
Si tu estuvieras aquí conmigo, ya no podría ver tu alma. Porque tu alma reside en mi soledad, y es mi propia alma. Belleza, en la distancia más íntima y más lejana a un tiempo. Cuando te miro a los ojos, te esfumas. Y soy feliz, porque entonces te encuentro. Me encuentro.
Porque sólo cuando estoy solo puedo pensar en tu alma, y ver a través de los ojos que de ti recuerdo, y tocar la seda de tu cuerpo.
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