Y así fue que tras una semana movidita fuimos con Torjman a ver la película Brokeback Mountain. Curiosamente, los dos íbamos con un bolso... en fin, no caeré en más bromas fáciles.
Nos gustó, me gustó la película. Hacía tiempo que no veía una de Hollywood que se tome su tiempo en las escenas, que no busque la acción sino las imágenes, las caras, la complicidad sutil del espectador. En cierto sentido, me recordó "A straight story", de David Lynch (y no pretendía hacer otra broma fácil con este comentario, ha sido puro azar)
En fin, mientras veía la película he recordado que en la oficina hubo cierto debate acerca de si los protagonistas de verdad se enamoraban o no, y la verdad he flipado bastante al pensar que alguien puede dudar de que Brokeback es una historia de amor tremenda. Porque lo es, y menuda historia...
También he pensado si a veces el amor, cuanto más prohibido o difícil, más intenso es.
Brokeback es también un análisis interesante sobre la dificultad de expresar los sentimientos. No sólo porque estén mal vistos, sino porque a veces somos nosotros mismos quienes nos negamos a admitir una realidad que, aunque pueda traernos problemas, deseamos de verdad.
Y en fin, estoy muy cansado, pero no casado. Y la cosa viene a cuento, porque Torjman me ha comentado algo de un colega casado, y de repente he pensado que ha de ser un coñazo llevar puesto un puto anillo todo el dia. Con lo delgados que son mis dedos... no sería ni tan siquiera estético. Pero en fin, como dijo aquél sabio, "si hay que ir, se va, pero ir por ir, es tonteria".
Lo importante, supongo, es saber a dónde ir. Tienes razón, Landiman, pensar no es malo. Lo malo es pensar siempre en lo mismo.
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