Y ya iba a escribir algún juego complicado. Pero paso. Paso de aspirar a lo complejo ahora mismo: me abandono al fluir pausado del porro, ondulado, suave como tu pelo. Y me instalo en el Bulevar de los Sueños Rotos de Sabina.
La simpleza de esta noche no me admira, pero va a ser difícil en Hong Kong. No hay sueños rotos en Hong Kong, no para mí. Los sueños en Hong Kong son inmaculados, blancos, fáciles, casi estériles.
A veces, me gustaría poder enamorarme y saber dejarlo todo. Y ser sólo una canción que no te cansas de escuchar. Una canción que entra por la ventana cada noche, y acaricia tu piel como una brisa.
A veces, me gustaría poder decir que te voy a echar de menos.
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