... el encanto de la vida que he perdido en el 2005. Me gustaría recuperarlo. Pero el encanto sin el sabor agridulce de este año. Voy a hacer un último esfuerzo este año para creer que el agridulce no es el sabor de la realidad. Para creer que cuando creía en el encanto, no era un imbécil, y que sí, que existen motivos para seguir amando a este mundo.
Motivos como hacerte reír cada día, o ser incapaz de salir del laberinto de unos ojos. El laberinto de los ojos es mucho más jodido que el laberinto de Horta, eso te lo aseguro, amigo(a). Por eso seguimos en él, toda la vida. Y quizá sea este el misterio, y el encanto, de la vida. Por mucho que nos joda.
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