Quizás sí, quizás el secreto de la vida es que no existe tal secreto, y lo único cierto es el azar.
Esta tarde, mientras Ingrid se ponía el abrigo y Txell escribía algo en la pizarra, he recibido un email comunicándome la muerte de un alumno mío. Se llamaba José Tena: en el descanso de clase, entre cigarrillo y cigarrillo, habíamos charlado unas cuantas veces. Era filólogo, de Badajoz, y había venido a Barcelona a estudiar un master en marketing.
Recuerdo el último día de clase: en grupos, mis alumnos presentaron oralmente un trabajo. José lo presentó con una chica preciosa, y al terminar la exposición yo les hice varias preguntas, porque había sido la mejor exposición, y porque me encantaba verlos trabajar juntos. Supongo que, todavía, me cuesta asumir que ya no soy yo el alumno.
Ese mismo día, al salir de clase, me entretuve en el pasillo, y entonces salió la chica con José, y yo le dije "muy bien, me encantó vuestra exposición". Ella sonrió y se sonrojó como sólo se sonríe y se sonroja la piel a los 25 años, y José comentó que vaya que les habíamos hecho muchas preguntas y se habían asustado, y yo les dije que les había preguntado porque sabía que responderían de manera inteligente. Y era bueno que los demás en la clase se dieran cuenta de que es posible decir cosas inteligentes.
Supongo que Ingrid acabó de ponerse el abrigo, pero yo ya había salido de la oficina, y he cogido el tren hacia Gracia, y he esperado unos minutos frente al cine, y al fin hemos entrado para ver Match Point. Y he cambiado del pasado imperfecto al perfecto en la oscuridad de la sala.
He recordado Delitos y Faltas, pero también he pensado en ti, y me he dado cuenta que el amor es algo que no puede ser fácil, y que el deseo es lo más sencillo del mundo. Y me ha asustado otra vez, pensar en ese deseo que me recorre cada día: me ha asustado porque me divertía pensar en ti.
He regresado a casa y una puta de cuarenta y tantos me ha dicho un "hola guapo" rutinario, y he pensado que no tengo cara de buscar a una puta de cuarenta y tantos para que me haga un mamada. He hablado por el móvil con mi hermana y me ha explicado que tiene un profesor de filosofía del Opus que les explica que el creacionismo es la verdad. He sentido otra vez ganas de llorar sin poder llorar, y otra vez una alegría que no comprendo de dónde nace.
Soy incapaz de escribir sobre Woody Allen, o sobre cualquier otra cosa. Sólo pienso en el frío que hace, y en como me gustaría abrazarte furtivamente. Abrazarte, para darme cuenta de que la quiero, que ella es amor, y tú deseo, juego, cine, realidad.
Abrazarte por puro deseo, por puro deseo de sentir sólo deseo durante unos instantes, y olvidar la racionalidad que me rodea.
Abrazarte y hacer el amor y saber que debes marcharte, escribir, esperar en el aeropuerto a que se abran las puertas y salga mi amor. Lo demás, no importa. Lo demás es sólo el contexto de una vida que, de repente, anuncia su fin en el asunto de un email.
Creo que acabo de explicaros Match Point. Woody, como José, es un tio inteligente. Sabe contarnos nuestra vida mientras cuenta una historia que nunca va a sucedernos.
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