Hacía tiempo que no me visitaba. Llevaba unas semanas de felicidad contenida pero plácida, incluso sincera. Incluso creí estar locamente enamorado otra vez, y fui el que fui junto a ti durante las horas en que nos abrazamos como la primera semana en que nos conocimos. Tuvimos que separarnos otra vez, pero estaba convencido de que era la última separación que debíamos sufrir: esta vez iba a ser la última.
Y sin embargo, ahora tengo ganas de llorar. Y sin embargo, ahora odio sentir lo que siento y pensar lo que pienso. Otra vez, de nuevo, han regresado las dudas. Otra vez, de nuevo, me he visto deseando otra vida. Y ha vuelto a visitarme la depresión profunda. ¿Por qué no sigo amándote cuando te vas? ¿Por qué soy incapaz de pensarme junto a ti sin concesiones?
Todo llega de golpe. De golpe, me parece una mierda mi trabajo, mi ocio, mi sentimiento. De golpe, soy incapaz de disfrutar de cualquier chorrada. De golpe, deseo que pase el tiempo lo más rápido posible para verme fuera de esta espiral de tristeza. De golpe deseo borrar toda la historia de mis últimos años. De golpe vuelvo a saber que miento y que hago daño.
Ha regresado conmigo. En la noche, apareció de nuevo con la valentía cobarde del alcohol. Y vuelvo a estar jodido.
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