miércoles, 23 de noviembre de 2005

Para ingvi, un regalito de letras

Recientemente vengo leyendo y disfrutando con los blogs de un par de chicas conocidas que andan loquitas intentando ordenar su vida y sus sentimientos. Las leo y se me ocurre algo como esto:

Amar es algo difícil. El compromiso asusta porque lo interpretamos como ausencia de cambio, y la ausencia de cambio nos remite a la monotonía. Encontrar a la persona capaz de sorprendernos cada día, aunque sea con un pequeño gesto, es difícil.
Me considero una persona muy creativa, contínuamente buscando nuevos horizontes, y los horizontes que más me interesan son los humanos. Es un poco como fumar marihuana: puedo llegar a casa y seguir la vida de siempre, o puedo fumarme un cigarrillo verde y empezar a soñar.
Por ejemplo: este fin de semana conocí a una chica, y me alegró conocerla y compartir una noche borracha y ociosa, donde lo más importante era la risa y el descubrimiento. Fue como fumar un porrete: volví a sentir lo bonito de descubrir nuevas vidas, nuevos gestos, nuevos ojos, nuevas formas de hablar y decir las mismas cosas de siempre. Cosas tan simples como un acento sureño al hablar son capaces de fascinarme. Lo confieso: soy un adicto a la gente interesante, igual que soy adicto a la marihuana.
Pero es inevitable sentirse fascinado por la novedad cuando la búsqueda contínua conforma el eje de nuestra vida; y supongo que no debería asustarnos. Al contrario, nunca debe asustarnos aprender, conocer, sentir.
El deseo y el conocimiento son las fuerzas centrales en nuestras vidas, pero debemos aprender que el deseo no está únicamente en lo desconocido, ni el conocimiento en el deseo.
Basar nuestra vida en nuevos horizontes puede ser un engaño. El horizonte es una búsqueda inútil, porque no existe. Un nuevo horizonte es tan sólo una nueva perspectiva: pero el sujeto que lo contempla, es decir nosotros, no cambia. Es importante conocer el máximo número de perspectivas, pero todavía lo es más ser conscientes y distinguir entre perspectivas. Sólo así llegamos al verdadero conocimiento. Y quizás entonces, quién sabe, seamos capaces de amar nuevamente y olvidarnos de todo lo que he escrito. Pura basura junto al sentimiento inexplicable: la última frontera del conocimiento, la única que no puede cruzarse.

Niña, en el día de tu aniversario, nada te atormente. Preocúpate sólo si un dia te levantas y te das cuenta que ya no eres capaz de amar. De amar sinceramente, de saber qué es amar sinceramente. Como dijo el poeta: "trist qui no ha perdut per amor una casa".

Triste aquél que no ha perdido por amor una casa.

Felicidades, Ingvi.

No hay comentarios:

Publicar un comentario