Llegué a casa cansado, y estuve hablando por teléfono con mi novia estirado en el sofá, antes de cocinarme 250 gramos de pasta. La hice con tomate, olivas, pimienta y albahaca: me quedó deliciosa. Giré el sofá y lo empotré contra la pantalla del mac, y me puse Las Vírgenes Suicidas, de Sofia Coppola: una buena peli para comer pasta.
Y en ese momento llegó la felicidad planeada a lo largo del dia: pocas cosas como sentarse a ver una peli con un buen plato de pasta, a las 5 de la tarde de un viernes, sin absolutamente nada más en la cabeza que seguir la película y hundir la cuchara.
Estaba perezoso, y por un momento me incomodó la idea de ir al Caixa Forum, a un pequeño congreso sobre el cuento (contemporáneo), pero llamar a Al y pasar por su casa e ir juntos hasta el lugar, recogiendo de paso a Pab, lo hizo todo más liviano y placentero.
Como es habitual, llegamos al lugar y un par de chicas conocidas de Al y Pab se añadieron a nosotros (Al y Pab, como buenos literatos, siempre igualan el grupo en cuestión de presencia femenina) Una de ellas, Te, además de tener esa belleza única de algunas estudiantes de letras, resultó estar metida en temas que espero poder explicar en unos meses como profe de la autónoma; y bueno, pues me alegró saber que puede haber gente interesada en los líos mentales y académicos en los que llevo metido desde hace ya unos años.
El congresó terminó, y siguió la noche en un bar gallego que sirve bocadillos del estilo frankfurt+piña+patatas-de-bolsa-todo-en-uno, y supe que Al no conocía la historia de cómo Al me cambió la vida. Algún dia, tendré que contarla.
Y terminamos en un bar del Poble Sec que empieza con K, y Te me recomendó infinitos libros y comencé a pensar que no será fácil preparar la dichosa asignatura si todos los alumnos son como ella... :)
En K sonaba flamenco, y me tomé la penúltima birra.
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