martes, 21 de diciembre de 2004

Abrazos II

¿Por qué dudo si abrazarte para siempre? ¿Por qué dudo si es el tuyo y no otro cuerpo el que quiero sentir junto a mí, respirando en la noche del alba, cuando la luz dibuja en tu piel la textura de la felicidad? Junto a otros labios me han despertado hoy las lágrimas que por ti lloré. Y parece que ahora esa tristeza me ha abandonado para siempre. Esa tristeza que tanto odié con toda mi alma, y que sin embargo tanto necesita mi alma ahora mismo, cuando estás demasiado lejos para ofrecerme las frutas del árbol que una vez plantamos en nuestro jardín. ¿Recuerdas? Era un jardín de tomillo y basílico, y una rosa azul y el color de la luna.
Esas lágrimas me han despertado, y he caminado hasta el baño a secarme la cara. Ahora, sentado junto a la cama, observo el cuerpo extraño que sueña bajo las sábanas. Aún no lo conozco tan bien como el tuyo, aún no sé donde se ríe más cuando le acaricio los pies antes de hacer otra vez el amor. Aún no reconozco en mi cerebro el olor exacto de su sexo y el tacto de sus muslos en mis labios.
Sin embargo, mis manos arden aún desde que entraron bajo su falda hace apenas diez horas.

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