domingo, 19 de diciembre de 2004

Abrazos

El abrazo de la mujer apenas conocida, abrazo en el sofá al fondo de un bar con la música y el alcohol mezclados en el aire cargado de humo y noche oscura. Sentir por vez primera una carne distinta que seduce a nuestras manos y las confunde en su geografía abstracta y concreta a un tiempo. La mujer ríe y se esconde entre tus brazos y tu pecho, y apenas puedes abarcar todo su cuerpo. Cuánta felicidad renacida en ese instante, esa felicidad que creías ya olvidada para siempre.
Pero aprendes de nuevo, y dudas pero al final hayas el modo exacto de cogerla dulcemente, de apartar un cabello de su cara y acariciar su mejilla derecha con tu mano derecha, de decirle las palabras bellas del amor que agoniza apenas invocado. Te creías muerto, y unos ojos ansiosos de tus labios te han devuelto al mundo de los vivos. Y sin embargo deseas morir de nuevo.

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