He buscado en las palabras escritas la respuesta a las palabras que no sé decirte porque no quiero herirte. La cama está vacía, pero puedo verte durmiendo: los ojos cerrados, el enigma de tus sueños alimentando mis deseos. Me estiraré junto a tí, y acariciaré tus mejillas y tu pelo, y quizá despiertes y me digas que te deje dormir, abrazándome hacia el fondo de tus sueños y tu carne más íntima.
¿Qué voy a decirte, entonces? ¿Que ya no te quiero, que he mirado por la ventana y las brasas del crepúsculo ya no arden con tu aliento?
No diré nada, y te besaré otra vez, buscando en tus labios la felicidad de estar muerto y sentirme tan vivo.
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