jueves, 23 de diciembre de 2004

Testamento en vida de una relación

Sentado ante la noche de mi pequeño mundo, trato de sentir lo que sentía cuando contaba apenas veinte años, y los versos de Cernuda me mostraban la vida, y Neruda frecuentaba tu cuerpo junto a mis ojos adolescentes. ¿Recuerdas? "Libertad no conozco sino la libertad de estar preso en alguien cuyo nombre no puedo oír sin escalofrío..."
Del sol cae un racimo en tu vestido oscuro. Las raíces de la noche crecen de súbito desde tu alma, y a lo exterior regresan las cosas en ti ocultas, de modo que un pueblo, pálido y azul de ti recién nacido, se alimenta.
De ti mujer, luna mía, recién nacido. ¿Lo recuerdas? Un hombre le regala un anillo a su mujer en el día en que ella da a luz. ¿Qué más puedes pedirme? Apenas sé si escribo para amarte o para olvidarte, porque no puedo amarte y olvidarte a la vez. No, el olvido llega antes para condenarme por haberte amado.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche, y sin embargo no puedo sentirte lejos a mi lado, alimentarme de tu ausencia como el ciego se alimenta de destellos.

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