lunes, 27 de febrero de 2006

Indefinido

Hoy me he sentido indefinido. Por eso, al llegar a casa no he podido más que cenar muy deprisa, y fumarme un porro. Necesitaba la droga más que nunca, necesitaba evadirme de todo mi cuerpo, y revivir mis sentimientos desde otro mundo, ese mundo en el que todo es posible: el mundo de la droga.

Luego, enseguida, he puesto a Sabina, No puedo enamorarme de ti, y no me ha gustado la canción, y he cambiado a Calamaro: Brindo por las mujeres no me entraba al principio, pero enseguida me ha enganchado al pensar en vosotras, y luego Nada fue un error me ha recordado que ya la escuché el Sábado, y Flaca la he cantado con otro nombre, y Dulce condena y Pásemos a otro tema, que es lo que voy a hacer ahora.

No importa el problema, no importa la solución. Me gustan los problemas, no existe otra explicación. Esta si es una dulce condena. Quizás sí, quizás sea una dulce condena. La verdad es que no estoy convencido, pero también estoy muy cansado. Hablar con Landiman me ha cansado, en el buen sentido de la palabra, porque ya no recuerdo exactamente por qué comencé todo esto.

A mi no me gustan los problemas, sino esos instantes en que parece que no existen porque todavía no hemos tenido tiempo de crearlos. Esos instantes que te hacen valorar una lágrima como la cosa más hermosa y esencial del mundo. No importa la solución, no importa si es una lágrima de felicidad o de tristeza.

Este es el momento de la droga, el momento en que la lágrima y el beso que intenta detenerla son, por un instante, lo más hermoso del mundo.

Flaca, me quedo con lo poco que queda entero en el corazón. Porque a mi no me gustan los problemas, sino esos instantes en que parece que no existen porque todavía no hemos tenido tiempo de crearlos.

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